Se extrañaba D. Luis Maldonado, catedrático de Derecho Civil ya por los años 1860-1926, cuando cariñosamente la llamaba "Villamenor", la población en 1600 era de 150 habitantes y de 450 en 1851. Años después nos ha hecho recapacitar cómo sin tener estilo de villa castellana, población distinguida de aldeas y lugares con ciertos privilegios, recibe tal título.
Cabría hacernos la siguiente reflexión: ¿No estáremos viviendo sobre un "asentamiento romano"? ¿Residiremos en una "villa romana", una villa mayor por comparación con otras casas de campo más pequeñas, que existieran en el entorno? Semejantes datos nos orientarían hasta la terminología que aparece en los libros parroquiales de 1564, donde consta el nombre de Villa mayor que se transforma más tarde en Villa mayor, y que a finales del siglo XVI ya se escribe Villamayor.
Cada ciudad tiene una personalidad que le es propia y que en parte le viene dada por su entorno, ya que los rasgos que caracterizan a cada ciudad y la dotan de singularidad no se pueden separar en modo alguno del espacio geográfico en que ésta se desarrolla.
Dentro de la influencia del entorno que la rodea, Salamanca -al menos en lo que se refiere a su aspecto arquitectónico- se caracteriza por su colorido, por el tono dorado que dan a sus calles las construcciones realizadas con piedra de las cercanas canteras de Villamayor (localidad situada a 5 Km de la capital salmantina), que varía constantemente según la fuerza del sol, por lo que se dice que Salamanca cambia de cara a lo largo del día y con las estaciones.
El museo arquitectónico que hoy es Salamanca ha sido posible en parte gracias precisamente a esta arenisca con la que están construidos los edificios salmantinos, que en el momento de la extracción es blanda, aunque con el tiempo endurece y se hace resistente. Fue esta cualidad la que permitió que en Salamanca se desarrollara el llamado estilo plateresco, caracterizado por las filigranas de sus obras.
Muchas son las características particulares de la arenisca de Villamayor que la convierten en una piedra de enorme valor artístico y arquitectónico. Sin embargo, los canteros lo que más resaltan es la facilidad con la que se puede tallar y el partido que se le puede sacar debido a la finura de su grano. Pero de ser una piedra aparentemente frágil, es también una piedra de gran dureza, que permite cualquier tipo de trepanación, encaje o calado. También destacan su suavidad, su finura y su color.
Es probablemente esta última característica la que convierte a la arenisca de Villamayor en una piedra muy agradable a la vista. Los expertos señalan que sus tonos son infinitos. Entre ellos destacan los ocres, rojizos, rosas o amarillos. Otro de los aspectos que llama la atención de esta arenisca es su enorme porosidad, igual que coge la humedad, la desprende.
También tenemos que destacar como monumento emblemático de nuestro pueblo el templo parroquial "San Miguel Arcángel"; en el interior, un atrevido contraste. Dos espiritualidades han sabido potenciarse mutuamente: Los siglos XIV, XV y XVI han moldeado las huellas de espíritus austeros, duros. Fundamentalmente jugando con la desnudez de la piedra y de la madera. El siglo XVIII quiere ser lo contrario, luminosidad, adornos por todas las partes, es la hora del final del barroco, y la piedra de nuestro pueblo sirve de perfecto material plástico para el grandioso retablo. La torre es solidez y voz.
La Barrica de la Oca
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viernes, 11 de abril de 2008
Villamayor
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